El gabinete y las mil y una noches

No se entiende, o si pero demasiado, tanto que cada uno va"entendiendo" mas o menos lo que se le va cantando...
Cada vez que sale el tema de los cambios del gabinete, por cada interlocutor voy sumando un "entender" distinto, cada uno con su lógica, sus respectivas justificaciones y citas al pie...
Que si Randazzo viene de acá, que si voodoó proviene de tal y cual "escuela", que los sucesivos papeles que jugó Hannibal F., y que se yo qué pito de profunda interpretación política...
El caso es que, por lo visto, el resultado de las elecciones habría generado una "cuenta impaga" a la principal fuerza política, y más allá de la salida del compañero Pinguino mayor del PJ, se espera que el gobierno tome "nota" y empiece a "delinear" un supuesto cambio en sus concepciones económicas y políticas...
La oposición exige un pago, los medios exigen un pago, los grandes capitales exigen un pago.
La cosa es que el pinguinaje ganó la elección nacional, que sostiene una primera minoría en el congreso, que le quedan más de dos años pa' la próxima elección y que todo esto, que aparece sencillamente como una situación de "ventaja política pal oficialismo, es ampliamente contrarrestado por una SENSACIÓN de crisis política.
Para resumir: tendrá el gobierno popular que saldar una deuda política que se genera a partir de una SENSACIÓN, cuyo principal termómetro son los medios, los cuales se han manifestado más que claramente como factor aglutinante de esa entelequia que se nombra a si misma "oposición"
-donde conviven elementos tan disímiles como Pino, Macri, Ripoll, De Narvaez, Altamira o Pando...
Dicho esto, e imposibilitado intelectualmente para hacer un análisis serio de los cambios en el gabinete (que se pretenden hijos de este guisado) recordé una historia que, creo, pertenece a "Las Mil Y Ua Noches"
Alli se cuenta la historia de un muchacho que, a causa del hambre, andaba rondando por la feria del pueblo, relamiéndose de los olores maravillosos de los manjares que excitaban su imaginación, pero que su miseria le impedia probar verdaderamente.
Al pasar frente a la olla abierta de un vendedor, le llegó el vapor de una sopa que alli se cocinaba, y acercó su nariz al borde para gozar mejor del precioso aroma, en ese momento al verlo el mercanchifle le cerró violentamente la olla y comenzó estruendosamente a reclamarle un pago por el aroma que el indigente le habia "robado". Quien se haya cruzado un comerciante, en cualquier parte del mundo, en cualquier época; sabe cuan rompepelotas, estruendoso y verborrágico puede devenir un mercanchifle, a la hora de defender lo que considera su legítimo lucro.
El caso es que, en esta historia, se da la casualidad de que un juez de la ciudad pasaba cerca del lugar y, avisado del caso que se desarrollaba, se acercó para enterarse de los detalles.
Alli el mercader le expuso su pretención de cobrar por el aroma que le fuera robado.
Y luego nuestro amigo -el cagado de hambre- le contó sus desdichas y la injusticia que se tramaba en su contra.
Luego de meditarlo, el juez proclamó que él mismo se haría cargo de la deuda que habia contraido el acusado, y a fin de cumplir el pago, extrajo de su bolsa un puñado de monedas.
Inocultable fue la sonrisa que se dibujó en la cara del comerciante, al ver que los pequeños discos resplandecían con el brillo dorado del noble metal.
El juez le ordenó al acusador que se acerque a recibir su pago y una vez lo tuvo cerca, agitó su mano con la monedas en ella, provocando un suave retintinear con cada movimiento.
- Has de darte por pagado- susurró el juez - ¿Qué mejor pago para un aroma exquisito, que tintinear del oro de buena ley?
El vendedor comenzó un gesto de queja, que se perdió rapidamente entre la estentóreas carcajadas de la multitud que se había reunido y ahora hacía mofa de su ridícula avaricia.